No hace falta ser un especialista, polític@ o profesional para actuar en favor de los derechos de las y los niños. Tanto si estás en contacto con niños, niñas o adolescentes en nuestro trabajo, tiempo libre o familia, cada un@ de nosotr@s -adultos y niñ@s- podemos actuar para que cada niña o niño pueda vivir, crecer y desarrollarse en las mejores condiciones posibles.
En Quebec, como en Canadá, la protección de la niñez es una preocupación de la sociedad. Pero debemos mejorarnos para que las y los niños sean considerados como verdaderos actores de sus derechos. Estos derechos se recogen en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN), ratificada por Canadá en 1991.
Es natural: los adultos protegen a sus hijas y hijos. ¿Pero qué pasa con sus derechos? ¿Proteger a un niño o niña es lo mismo que respetar sus derechos? A menudo prestamos atención a los derechos de las y los niños cuando nos convertimos en padres, cuando trabajamos en una profesión relacionada o cuando niñas o niños se convierten en un tema de las noticias. Entonces se pone de manifiesto el alcance de las carencias inherentes al respeto de sus derechos, y sólo cabe preguntarse: ¿estamos haciendo lo suficiente para respetarlos como sociedad?
En el Día Mundial del Niño, queremos promover la idea de que todo el mundo puede actuar en su vida cotidiana para garantizar la plena realización de los derechos de las y los niños. El derecho a ser protegido de la violencia y los abusos; el derecho a expresarse libremente; el derecho a beneficiarse de la educación y el acceso garantizado a la salud… los derechos establecidos en la CDN se aplican a todas las y los niños, sin excepción, en cualquier lugar del mundo y sea cual sea su situación.
Si bien el marco jurídico y las instituciones públicas son los garantes del respeto de estos derechos, cada persona -niña, niño, adolescente y adulto por igual- puede y debe desempeñar un papel activo.
Los cambios necesarios pueden parecer demasiado grandes, demasiado difíciles de aplicar, pero a menor escala, están al alcance de cualquier persona. Es la suma de todos nuestros esfuerzos la que garantizará que los niños vivan y crezcan en las mejores condiciones para prosperar.
¡Construyamos juntos un presente digno de las y los niños!
Pero, ¿qué podemos hacer en la práctica? Cuestionar nuestros hábitos, nuestra forma de ver a los niños, cuestionar nuestros sesgos y prejuicios (¿Consideramos que la opinión de un niño tiene el mismo peso que la de un adulto? ¿Tomamos las decisiones que afectan a un niño pensando sólo en su interés?)… existe una multitud de acciones posibles.