Una inmersión en una cultura fascinante
Cuando tomé la decisión de ir a Lima, Perú, como voluntaria de la Oficina Internacional de los Derechos del Niño (IBCR), sabía que me esperaba une experiencia única. Sin embargo, nada me había preparado para la intensidad de los retos, la riqueza cultural que descubriría o el profundo impacto que este viaje tendría en mi carrera y mi perspectiva personal.
Al llegar a Lima, me sumergí en un vibrante mundo de colores, sabores y tradiciones. La cultura peruana, fascinante y profundamente arraigada en la herencia andina y española ofrecía une nueva oportunidad de aprender en cada interacción. Desde la música tradicional que suena en las calles hasta platos emblemáticos como el ceviche y la causa limeña, cada día era un auténtico descubrimiento.
No obstante, esta inmersión cultural también implicó algunos retos. Trabajar en español requirió mucha valentía y resistencia. Las primeras semanas estuvieron marcadas por malentendidos y momentos de frustración, pero a medida que me acostumbraba al acento local y ampliaba mi vocabulario, mi confianza crecía. Esta experiencia me permitió reforzar mis conocimientos lingüísticos y, al mismo tiempo, estrechar lazos con mis compañeros.
Implicarse en el corazón de la misión de COMETA
Como voluntaria en gestión organizativa de la organización local COMETA, participé directamente en sus acciones encaminadas a hacer realidad los derechos de las niñas, los niños y los jóvenes.
Observar simplemente su pasión por su misión fue una fuente de inspiración. Coorganizar talleres con jóvenes fue una experiencia memorable. Ver cómo su energía y curiosidad se transformaban en profundas reflexiones sobre su papel en la sociedad fue gratificante. Aunque algunos de los participantes más tímidos necesitaban un esfuerzo adicional para animarlos a expresarse, me enseñó la importancia de crear un espacio inclusivo en el que todos y todas se sientan seguros para compartir sus ideas.
Además, apoyar al socio de COMETA en el desarrollo de su plan estratégico y sus iniciativas de recaudación de fondos me permitió aplicar mis conocimientos de gestión de proyectos planificación estratégica en un contexto completamente nuevo. Trabajar en un entorno intercultural exigía una capacidad de adaptación constante. Comprender sus prioridades y adecuar mis contribuciones a sus necesidades específicas fue un proceso exigente, pero increíblemente formativo. Observar la dinámica dentro del equipo, participar en sesiones de formación en psicoeducación y descubrir como esta organización afronta los desafíos locales me dio una perspectiva nueva y valiosa.
Crecimiento personal a través de los desafíos
Cada día tenía su propia curva de aprendizaje, a menudo inesperada. Por ejemplo, tuve que hacer malabarismos con diversas tareas, desde la planificación logística hasta la toma de notas en reuniones estratégicas. Estas experiencias, aunque dispersas, me dieron una visión global del funcionamiento de la organización. Los retos lingüísticos, las diferencias en la gestión del tiempo y las necesidades únicas de la organización me obligaron a salir constantemente de mi zona de confort. Esto me permitió no solo mejorar mis competencias profesionales, sino también crecer personalmente.
Aparte de los aspectos técnicos, lo que quedará grabado en mi memoria es la cordialidad y la hospitalidad del equipo de COMETA. Integrar una nueva cultura profesional en un país extranjero no es fácil, pero la apertura y el apoyo de mis colegas me hicieron sentir como en casa. Conocí a personas apasionadas y entregadas, cuyas historias y experiencias enriquecieron mi vida mucho más de lo que había imaginado.
Una transformación personal y profesional
Esta experiencia no solo ha reforzado mis capacidades y ampliado mi perspectiva, sino que también ha reavivado mi compromiso en favor de causas que me son muy queridas. Trabajar en un entorno intercultural, colaborar con personas inspiradoras y adaptarme a retos únicos ha reforzado mi determinación de seguir una carrera centrada en el desarrollo y el impacto social. Lima será para mi mucho más que un destino: simboliza una etapa crucial en mi trayectoria personal y profesional.
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